Mi punto es: si la vida no tiene un guion, si no existe un manual universal, entonces puedo simplemente hacer cosas — puedo simplemente actuar. No necesito permiso ni aprobación. Eso conecta directamente con Bitcoin, porque el sistema fiat es la forma más pura de lo absurdo: impresión infinita de dinero, economías infladas, millones trabajando sin poder sostenerse. Bitcoin, que antes fue tachado de disparate, se reveló como la respuesta más racional: un código inmutable frente al poder arbitrario.
El Salvador lo entendió y actuó: una nación pequeña, subestimada, que simplemente dijo “lo haremos” — y lo hizo. Mientras el mundo lo llamaba locura, El Salvador eligió la rebelión, y en ese acto absurdo se convirtió en pionero. Max Keiser y Stacy Herbert amplificaron esto a nivel global, mostrando que la libertad no consiste en pedir permiso, sino en actuar. Y eso es, al mismo tiempo, absurdo y liberador.